Tengo derecho a no ser feliz

Reclamo mi derecho a sufrir.
A sufrir por el amor no correspondido.
Por las enfermedades sin cura.
Por los cayucos que se hunden.
Por los niños con armas.
Por los políticos con la cara tan dura.
Por las mentiras de los noticiarios.

Reclamo mi derecho a llorar a mis muertos.
El tiempo que yo considere oportuno.
Mi derecho a no levantar cabeza.
A hundirme en la miseria.
A encogerme de dolor y escupirle mi rabia al mundo.

Reclamo mi derecho a no ser feliz.
No estoy obligado a buscar la felicidad cada día.
Hoy no me apetece.
No quiero levantarme con una sonrisa.
No quiero ser amable con todo el mundo.
Quitarme esta máscara de hipocresía
y vomitar las verdades que grita mi estómago.
Tengo derecho a no alcanzar nunca mis sueños
por más que pelee y arrastre mis pies hacia el ocaso.

Todos los días no son buenos días.
Eso lo saben bien lo noticiarios y
los charlatanes que escriben libros de autoayuda.

Para ser mejor persona,
primero hay que caer en un pozo de oscuridad
en el que luchar cada día contra tus propios monstruos.

Por eso,
permíteme hoy mirarte con indiferencia.
Tengo una batalla pendiente conmigo mismo.

 

Foto: Jared Brashier – Unsplash